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China y la contaminación: rápido crecimiento económico, ¿a cualquier precio?

Leo hoy con preocupación, en una noticia publicada en el periódico El Mundo, que Pekín está viviendo en estos momentos un episodio de contaminación sin precedentes. Una nube tóxica cargada de altas concentraciones de PM2.5 (material partículado con diámetro menor a 2.5 micras) está afectando gravemente a la población.

Las partículas PM2.5 ya tienen un tamaño lo suficientemente pequeño para penetrar en el sistema respiratorio, llegar a los alveolos pulmonares e incluso internarse en el riego sanguíneo. Está probado por estudios epidemiológicos que estas partículas están directamente relacionadas con muertes y hospitalizaciones por enfermedades pulmonares y cardiovasculares, además de provocar dolencias crónicas. Por supuesto hay normativas para limitar las concentraciones máximas de partículas a las que pueda estar expuesta la población. En China estas normativas se han modificado recientemente para poder limitar las emisiones de gases tóxicos por parte de la industria, así como limitar el tráfico de vehículos, cuando se den episodios extremos como el que se vive ahora. Sin embargo, no están cumpliendo la ley y la vida sigue igual…..la gente en Pekín hoy no puede ni respirar, las autoridades sanitarias piden a los ciudadanos que no salgan a la calle, pero esos ciudadanos se queja (según leo en los medios de comunicación) de que no toman las medidas previstas para estos casos.




Las concentraciones de PM2.5 han saturado los aparatos de medición. Se habla de valores superiores a 700 microgramos por metro cúbico (escalofriante!). La visibilidad se ha reducido mucho y los habitantes de la ciudad se quejan de que les cuesta respirar. Los responsables son básicamente la industria y las centrales generadoras de energía eléctrica, basadas en la combustión de carbón. El rapidísimo crecimiento económico de China, según lo publicado en El Mundo, ha llevado a que entre 2005 y 2010 la demanda de consumo energético aumente nada más y nada menos que un 44%, además de que el número de coches en Pekín ha pasado de ser tres millones en 2005 a cinco millones en 2010. Un crecimiento económico muy rápido y a todas luces muy dañino para el medio ambiente, que se cobrará como mínimo un alto precio: la salud de los habitantes de las ciudades más pobladas y/o industriales del país.

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El uso del carbón debería irse sustituyendo por otro tipo de fuentes de energía más bondadosas con la salud de las personas. Si no lo hacen estarán defendiendo el crecimiento a costa de cualquier cosa, sin limitaciones, y esto podría ser la perdición de los habitantes de este gigante económico. El papel de estos altos niveles de emisiones de partículas y gases de efecto invernadero en el calentamiento global del planeta es otra historia digna de otro post.

Publicado enDivulgaciónNoticias

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